jueves, 15 de enero de 2015

Enseñar a pescar

Hay un vagabundo con una barba larga en la Calle Atocha. Le vi anoche. Si su barba era más blanco podía ser Papá Noel. Tenia su edad también. El pobre señor tenia una tristeza en sus ojos que me llegaba directo al corazón. Hice lo que hago muchas veces: le apartaba de mi vista. Es una solución de cobardes.

Este tarde le veía de nuevo. Estaba contando sus monedas. En el luz del día vi que su abrigo estaba roto. A través del agujero vi el piel de su brazo. Su piel era muy rojo. No se si es por el frió o por el alcohol. No se por que asumo que es alcohólico.

Regresando a casa vi otro sin techo. Era un hombre del mismo edad del Papá Noel. También estaba contando sus monedas. Por un momento pensé darle dinero. Tenia efectivo en mi bolsillo, podía cogerlo sin mucho lió. Directamente me cambie de mente. Me realise algo. ¿Por que dar el pez a un hombre? Mejor enseñarle cómo pescar.

Y me sentí triste porque no puedo cambiar el mundo.
No puedo ayudar a todos.
Y tampoco sé como pescar.


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